Antes de nada, Natasha, sé que tú nunca vas a leer estas
cartas. ¿Qué cómo lo sé? Muy fácil, eres un perro, con todo lo que ello
conlleva. Si pudieras leer, probablemente no te escribiría estas cartas, sino
cuentos, historias y fábulas. Me pasaría horas hablándote del mundo que nos
rodea y de otras muchas cosas. Te inventaría sagas de héroes y princesas, de
dragones buenos y magos malvados, o no tan malvados. O quién sabe qué.
Imaginación creo que no me falta, y si me falta no seré yo quien lo juzgue.
Pero no puedes leer, al menos hasta donde yo sé. Muchos se
preguntarán, entonces, por qué hago esto. Mi respuesta es fácil: ¿y por qué no?
Probablemente estas cartas serán tanto para ti como para mí, para vaciar mi
mente de una manera bonita y contar esta vida nuestra, en común. No recuerdo
que nadie lo haya hecho así, y si lo han hecho, que me perdonen. No es mi
intención copiar a nadie.
Dicho esto, sentadas las bases, supongo que te preguntarás
de qué van a ir todas estas cartas. No es una respuesta fácil, ya que irán de
todo un poco. De lo que me apetezca escribir. De lo que quiera contarte, de lo
que me venga a la mente. Pero todas irán relacionadas, desde luego, con tu
mundo, con el mundo de los perros. Algunos días te hablaré de las cosas de ti
que me gustan, y otros de las que no me gustan tanto. Te daré las gracias y te
pediré disculpas. Contaré nuestros buenos momentos y los no tan buenos, y
aquellos que sin ser ni buenos ni malos sobresalgan de la realidad. ¿Te lo
imaginas?
Mañana quizás te escriba la segunda carta, al regresar de
nuestra primera clase de Agility. Tú no sabes lo que es (no puedes saberlo),
pero si lo supieras tendrías tantas ganas como yo. Será divertido, llevo ya un
tiempo esperando. Con tu inteligencia y tu habilidad atlética te lo vas a pasar
bomba. Y yo, claramente, también. Después de todo es un juego, un juego entre
nosotras dos cuyas reglas pueden parecer difíciles, pero que creo que algún día
llegaremos a dominar. Y entonces volarás por la pista, y yo podré decirme,
feliz, que todo eso es, al menos en parte, gracias a mí.
Te prometo, e intentaré de corazón cumplir mi promesa, que
seré paciente. Que te dejaré avanzar a tu ritmo, a veces rápido y a veces más
lento, tratando de ayudarte a superar tus miedos y tus dudas. Que lo conseguiremos.
Está por escrito, es una promesa.
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